En esta segunda manga los dos equipos saldríamos de los últimos por lo que no era necesario madrugar demasiado. Los resultados engañosos del día anterior no hicieron que cambiáramos la forma de pescar pero sí que introdujimos algún cambio en las técnicas a emplear.
Una de las novedades de esta III Copa Bocarde era la inclusión de un pesaje intermedio que permitía pesar los peces que uno quisiera a mitad de cada manga para conformar el cupo en el pesaje final sin exceder de presentar 5 peces entre los 2 pesajes.
Esta vez la manga terminaba a las 16:00h y el pesaje intermedio a las 14:00h. Vistas las escasas posibilidades que teníamos ambos equipos de quedar en puestos dignos de estar orgullosos nos citamos en el pesaje a las 13:30h para pesar lo que tuviéramos y decidir en ese momento si continuábamos pescando o adelantábamos el regreso a Valencia con el objetivo de llegar a nuestras casas a un horario razonable que nos permitiera descansar y presentarnos el lunes en nuestros respectivos trabajos en condiciones de rendir.
Arroyo-López:
Nuestra manga iba a ser más corta ya que no queríamos llegar a la 1-2 de la mañana a casa…
Salimos de los últimos, dirección minas de Santa Quitería, volvimos a repetir las zonas del día de entrene en las que hubo ataques. Esta vez la fortuna nos sonrió y Edu en su primer lance clavó un bass kilero en superficie. Esto te da una tranquilidad cuando estás en competición porque descartas el gran temido bolo.
Seguimos intentándolo y no había manera ni actividad ninguna en las 4 zonas que pescamos. Pensé no pasa nada vamos a pescar los algares que ya les habíamos perdido el miedo, pero no sabemos porque o allí no estaban o no querían.
Eran las 11 de la mañana y solo un pez en el vivero… Mal. Entonces me vino a la cabeza una zona de piedras profunda que en los entrenes nos marcaba la sonda movimiento y lo que parecían varias bolas pequeñas de alburnos. Se lo propuse a Edu y me respondió con un «ya estamos tardando». En 10 min ya estábamos allí, la sonda marcaba unos 12mt y no marcaba ninguna bola de alburnos y temí lo peor… pero no, los basses si estaban allí y esta vez la fortuna me sonreiría a mí ya que a los pocos lances a la caída casi en el fondo me cogen mi señuelo a wacky, clavo y subimos a la barca un bonito bass de +1,500kg.
Seguimos en la zona hasta las 13h dando vueltas y sacamos 3 basses de más de 1kg que nos permitirían hacer un pesaje de 6240gr.
Castellano-Ferrús:
Al salir de los últimos no estábamos en disposición de elegir zona de pesca. Queríamos empezar en la misma zona donde habíamos empezado el día anterior y tuvimos la fortuna de que ninguna barca había escogido ese sitio.
Empezamos con paseantes y crankbaits, sin obtener resultado alguno. Tratábamos de buscar bancos de alburnos pero no se dejaban ver ni siquiera en la sonda. Unos metros más adelante estaba la isla sumergida que habíamos localizado el día anterior. Nos acercamos con sigilo y al primer lance con un jig conseguimos subir a la barca el primer bass del día que rondaba los 2 kilos. No empezaba mal la cosa.
Escasos metros más adelante, y también profundo, otro buen bass de algo más de kilo y medio engullía el jig. Tuvimos la mala fortuna de que se había clavado el anzuelo en el vómer. Al tratarse de un jig no encontramos la manera de arriesgarnos a hurgar ya que estaba perdiendo mucha sangre por lo que optamos por cortar el hilo y dejarlo en el vivero.
Inicialmente el bass estaba de lado dentro del vivero pero movía las agallas y permanecía vivo. Revisábamos el vivero cada pocos minutos con la esperanza de que la situación mejorara pero no parecía que aquello fuera a suceder.
Pensando en las toxinas que desprenden los basses al morir creímos oportuno sacar al bass del vivero para que no afectara al otro inquilino del vivero. Dado que todavía movía la agalla levemente lo metimos dentro del salabre y lo introdujimos dentro del agua tratando de que se recuperara pero con la precaución de que no se escapara si así sucedía. Tras algo más de 30 minutos no vimos mejoría. Tristemente vimos cómo sus ojos se volvían amarillentos y su alma había abandonado su cuerpo, por lo que le dimos una libertad indigna para lo que se merecía.
Nos afectó moralmente la muerte de este bass, ya no por el hecho de que era un pez que no iba a puntuar para la competición, sino porque se evaporó la posibilidad de que siguiera con vida y nos hiciera disfrutar en el futuro.
No quedaba otra que seguir adelante. Tratamos en varias ocasiones regresar a la punta que el día anterior nos había dado 3 grandes peces pero siempre que andábamos por los alrededores había una barca allí impidiendo que la pudiéramos pescar, así que nos dimos alguna que otra vuelta intentando pescar alguna zona que nos gustara.
En una zona de grandes piedras sumergidas conseguimos otra buena picada que se tradujo en un bonito bass cercano a los 1700gr. Eran las 11:30h y llevábamos 2 buenos basses en el vivero pero no era suficiente.
El viento había parado totalmente y el calor apretaba de lo lindo. Volvimos a mojar cada 5 minutos las gorras y parte de la ropa para estar más frescos.
Con la ausencia total de viento, los bancos de alburnos hicieron acto de presencia en aguas abiertas. Contabilizamos unos 30 pequeños bancos de alburnos que se distinguían perfectamente en la superficie. No había tránsito de barcas en la zona donde estábamos y los alburnos campaban tranquilamente a sus anchas. Hubo un par de ataques de basses que nos pillaron demasiado lejos para que nuestros paseantes llegaran a buen puerto. Así entre lances a la nada consumimos nuestras últimas horas de competición.
Llegamos al pesaje intermedio y casualmente también estaban allí los otros dos equipos valencianos: Ferragut-Bellver y Tafaner-Plà, pescando 1 bass los primeros y ningún bass los segundos. Nuestros compañeros Arroyo-López sí habían hecho los deberes con un cupo y salvaban el honor.
Nuestros 2 basses pesaron unos 3.800gr, con ellos dimos por finalizada la competición y los 4 equipos valencianos decidimos iniciar el viaje de regreso a casa.
Se notaban las ganas por llegar a casa ya que la velocidad media con los coches era superior a la de la ida y sólo hicimos una parada técnica para llenar el depósito de gasolina y hacer un pis.
El regreso fue bastante tranquilo respecto a tráfico por lo que pudimos llegar a nuestras casas a una hora razonable para cenar y descansar lo suficiente para el día siguiente.
Los co-anglers aprovechando que no tenían que conducir cayeron rendidos por el cansancio, haciéndoseles más corto el viaje.
Era la hora de la despedida. Habíamos compartido unos días en buena compañía, habíamos competido, habíamos pescado, habíamos reído y también habíamos sufrido, pero tocaba cambio de chip y regresar a nuestra vida real, esa misma que hace que tengamos ganas de que llegue rápidamente el próximo fin de semana para pensar en evadirnos durante unas horas y disfrutar de un “hobby” que nos llena y nos hace calentarnos la cabeza.
¡Volveremos!