Después de dormir plácidamente, nos levantamos para desayunar y empezar a vivir un sueño. Aquí me véis dispuesto para lo que tuviera que venir.
Las instalaciones de Los Torreones en Lake Bacurato era espectaculares. Aquí podéis ver una carpa al aire libre donde desayunamos.
En la siguiente instantánea véis como una barca de antaño como reutilizada como macetero.
Otra vista de las instalaciones.
Después de desayunar empezamos a colocar todas las cañas y equipos de pesca en las barcas asignadas para cada pareja de pesca. Fede y Darío conformaban una pareja de astros ya preparados posaban con su Skeeter de 250CV.
Juan y un servidor a lomos de una espectacular Stratos camino de Lake Bacurato.
Un cartel hacia evidente lo inminente, estábamos en la presa Bacurato ¡Dios, qué éxtasis!
Uno de los guías, Beto Boone, tuvo la gentileza de tomar esta instantánea para el recuerdo: Juan y yo en Lake Bacurato.
Daba comienzo nuestro sueño, sin olvidar a mis familiares que había dejado en España. El guia Chando nos decía que batiríamos nuestros récord de lobina.
Gustavo, Felipe y el guía de pesca Eric preparados para iniciar el primer día de pesca en Lake Bacurato.
Paco, Nicolai y el guía de pesca apodado el Chino formaban otro equipo.
Dario y Fede formaban la última pareja con Beto Boone el primer dia. En esta foto salen con el guía Chando.
El primer día nos toco con Chando que se disponía a recogernos para embarcar.
Juan y yo nunca habíamos montado en una Ranger Comanche 520, según Beto: La mamá de los pollitos. La mejor barca en la que he montado en mi vida, ¡qué estabilidad! Con un motor de 250CV esta máquina navegaba a la perfección.
Aquí la Ranger saliendo a toda máquina, lista para una jornada de pesca.
Resumo algunos lances y capturas en este mítico lago. El señuelo estrella era el scrounger y de trailer un superfluke mágnum.
Nosotros nunca habíamos pescado con este señuelo y Beto, guía que nos acompañó desde el segundo día hasta el final, nos enseñó a sacarle todo el partido en Lake Bacurato.
En uno de los sitios que Beto nos llevó, Juan logró engañar a una golona y después de una lucha emocionante, Beto logró meterla en la sacadera. ¡Buff, qué alegría, era muy bueno!
Felicité a mi amigo Juan y el chillaba de alegría. Lo pesamos y este animalito dió 3.540kg había batido su récord de bass que tenía en España.
En México si bates tu récord tienes que tomarte un submarino por la noche antes de la cena. Beto cogió la radio y dijo a todos que Juan tenía un submarino.
Beto y Juan posando con este morlaco.
En uno de los sitios que nos llevó Beto, dejó un marcador para después pescarlo. Allí se me iría el bass de mi vida. Lancé hacia el señalizador que habíamos puesto anteriormente el scrounger. Lo deje hundir hasta que posara en el fondo y después empecé a recogerlo como me había enseñado Beto. Según recojo, ¡zas!, martillazo, casi me quita la caña de la mano. ¡Que picada, Dios! Empiezo a luchar con el pez y yo me decía: Dios, que no se me vaya, empecé a darle hilo y saltó. Cuando lo vi saltar, me daba algo. Seguí luchando con él, ¡cómo tiraba!, se elevó de nuevo cerca de la barca y en el segundo salto se quitó el scrounger de la boca. ¡Vaya disgusto que pillé! Beto me consolaba y me decía que estuviera tranquilo que iba a tener más oportunidades. Según él ese pez que se me había escapado tendría unos 4.5kg.
Seguimos pescando en otros de los puntos marcados. Lancé mi scrounger de tres cuartos con el superfluke mágnum de trailer. De nuevo, lo dejo posar en el fondo y empiezo a recoger. De repente, ¡zas!, casi me arranca la caña de las manos. Empezó una lucha de tú a tú. Por mi cabeza pasaba la idea de evitar que saltara a toda costa. Yo metía la caña dentro del agua para evitarlo, lo conseguí y la pelea fue debajo del barco. Tiraba como una mula, después de una lucha que nunca olvidaré, logré acercarlo y Beto meterlo en la sacadera.
Cuando logré cogerlo con la mano, me dió un gran subidón de alegría. Sabía que era bueno y si batía mi récord se lo quería dedicar a mi padre, que está enfermo de cáncer. Así fue con 3.020kg y a él va dedicado.
Juan y yo supercontentos ya habíamos batido nuestros récords en España, aunque yo por sólo 120 gramos. El objetivo era sacar uno de más de 4 ó 5 kg. Juan y un servidor abrazándonos de alegría. Estos momentos son los que te llevas a la tumba.
Beto también me felicitó y me dijo: Di submarino por la radio. Lo dije, pero mi submarino sin alcohol, que yo no bebo.
Momento de dar libertad a este golona de Bacurato.
Los dos estábamos muy contentos, pero yo me lamentaba de ese bass de 4.5kg que se me había escapado. Nunca olvidaré esos ojos tan grandes que tenia y su boca, parecía el comecocos del juego.
En uno de lo lances, capturé un bass de pequeña talla y Beto nos ilustró como amaestrar una lobina como allí ellos llaman al bass.
Seguíamos pescando dándolo todo. Salían lobinas que no eran tan grandes, pero tiraban como locomotoras. Estos peces son de otro mundo, no tienen nada de ver con el que tenemos en España. Nada más picar daban un salto y a tiran como mulas hacia el fondo. Si no les dabas línea, te podían partir la caña. No exagero.
Juan con otra pelota de las que tiraban lo que nunca íbamos a imaginar.
Los peces como éste, rondando el 2.5kg, tiraban mucho más que un barbo comizo de Cijara.
Son fuertes y nunca se rinden.
Nos ponían los equipos heavy al límite.
Este otro cercano al 2.2kg, si no le doy línea, me parte la caña. Me las vi canutas para sacarlo. Es un disfrute como luchan estos peces.
Beto, gran maestro, junto a mi con un doblete que hicimos.
Las embarcaciones eran una pasada Darío y Fede volavan por Bacurato. Darío ponía a prueba bien el barco. Una de las barcas mas rápidas que he visto.
Darío y Fede posando con algunas de sus mejores capturas de este viaje a Bacurato.
El número de capturas era increíble. Calidad y cantidad.
Los días de pesca eran a tope. Parábamos un rato sólo para comer en algún rincón que diera un poco la sombra.
Os dejo un mosaico de algunas personas que nos ayudaron a cumplir un sueño. Raúl en la parte superior con una camiseta que se regalamos, Beto, en la parte inferior izquierda, y Eric, en la parte inferior derecha.
Después de comer, echar unas risas y comentar los lances de la pesca, volvíamos a la batalla. El objetivo era sacar esa golona que siempre habíamos soñado.
Fuimos a una zona que allí llamaban la escuela. Juan lanzó su scrounger y empezó a darle vida. Iba recogiendo cuando ¡zas!, picadón. Empezó una pelea increíble que tuvimos la suerte de poder grabar en vídeo. Tiraba como una locomotora y yo preparado con la sacadera en mano para asegurarlo. Después una pelea increíble, Juan logró cansarlo y entró en la sacadera. Juan empezó a chillar de alegría.
Menudo pepino que dió 3.520kg. Después de una sesión de fotos y un buen vídeo fue devuelto al agua.
Después de cada jornada de pesca que eran muy duras e intensas, tocaba ir al centro base para darnos una buena ducha y reponer fuerzas. Todo estaba preparado para deleitarnos con una magnífica cena.
Reponíamos fuerza tras un agotador día de pesca en Lake Bacurato.
Finalmente brindábamos por otra jornada de pesca en el paraíso del bass.
Con esta última foto cierro esta primera crónica. Os adelanto que en la segunda y ultima crónica del Lake Bacurato contaré el lance en el que Juan perdió un bass que hubiera sido un récord de un español. Beto y yo fuimos testigos. También en la segunda parte de esta crónica de Lake Bacurato os adelanto que saldrán fotos increíbles de naturaleza y la foto de una golona de 4.8kg.
Espeo que os haya gustado esta primera crónica de este viaje inolvidable que fue como un sueño.