Cada pescador, a lo largo de su carrera, tiene días que nunca olvida. Nunca olvida ese día que todo sale
perfecto desde el minuto 1 hasta el final. Ese día que el compañero contribuye a que todo salga perfecto, el tiempo es el adecuado, el embalse está perfecto, el pez activo y la suerte está de nuestro lado.
Días como esos, ya sea pescando el bass, trucha, lucio o cualquier otra especie que a uno lo atrapa de tal manera que es imposible no pensar en nada más. Es imposible no soñar con esa secuencia casi de
ciencia ficción que muchísimas veces se vive.
Esta vez vamos a viajar al pasado, concretamente al día 15 de Enero de 2011, un sábado cualquiera
en el que empezábamos un nuevo año 2011 de pesca, y que sin imaginar lo que sería aquel gran
dia, nos plantamos en el embalse de Contreras a probar suerte.
Como ya digo, día 15 de Enero, un frío considerable, cuando a las 7 de la mañana estábamos en el bar mítico de los pescadores de lucio, bar «El Vasete» de Minglanilla. Allí estaba con mi compañero con el que tantos y tantos días de pesca tras el lucio con un frío tremendo, el apasionado del lucio Alfredo Vázquez.
Tras tomarmos un cortado caliente y cambiamos las cañas de coche para ir en busca de un día de pesca que se planteaba complicado.
Tiramos la barca al agua y nos disponemos a pescar con crankbaits, pikies, etc. Nada, recorrimos zonas
que antes nos habían dado peces, y parecía que ese día algo estaba fallando. Llegábamos a las 14:00h sin picada. La verdad es que estabamos viendo la cosa bastante mal cuando en el momento más inesperado lanzo mi Stretch 20+ color Desert Sunset a un cortado de piedra y la primera picada del día, un lucio de 4 kilos al otro lado del hilo.
Tras soltar ese primer lucio al agua, seguimos por esa orilla y al entrar en una gran recula con una simple
cucharilla de lana roja clavo un par de lucios pequeños que se escaparon. Estabamos ya bastante lejos del coche, a unos 9 kilómetros, y había que volver.
Eran las 15:30h de la tarde cuando llegó el momento más esperado por mi durante años, en lo que se refiere a la pesca del lucio. Tras muchos lucios grandes perdidos, lucios que hace años fui incapaz de sacar, peces tremendos, al menos hasta entonces habia tenido 4 lucios de esas dimensiones al otro extremo del hilo, pero que nunca fui capaz de sacar. Por fin cambio esa mala suerte y un lance a un cortado de piedra con el mogambo mágico en color rainbow trout con jig head de 18 gramos, ahí estaba ese pez de 11.500 kg.
Tras una pelea bestial poniéndome verdaderamente nervioso perseguido por el fantasma de haber perdido ya 4 peces de este tamaño, Alfredo con bastante experiencia en lucios grandes ejercía de psicólogo improvisado y me animaba diciéndome que era capaz de sacarlo:
Vamos, si sacas éste, estas licenciado en esto del lucio
Tuve que estar centrado para no fracasar de nuevo, así que tras 20 minutos de pelea increíble, Alfredo le echó el boga-grip y ese lucio con mayúsculas subió al barco.
El día había cambiado, estaba completamente en una nube. Seguimos pescando el poco tiempo que quedaba para irnos y dos lucios más saldrían con mi crankbait.
Sin tiempo para más, casi de noche y con un frio ya bastante notable, salimos cada mochuelo a su olivo.
Al llegar a Casas Ibañez lo primero que hice fue ir a la pastelería para comprar una docena de pasteles y abrir una botella de sidra para celebrar ese extraordinario lucio. Continuará…