Esta crónica estuvo a punto de no ser escrita, pero mis ganas de ir a pescar y las ganas de Emilio por complacerme, la hicieron posible. Gracias, Emilio.
La predicción meteorológica era clara, no llovería hasta las 15-16 y entonces no pararía hasta el anochecer. Así que ni cortos ni perezosos a las 7:15 en el punto V.
A mi llegada salieron de un Terrano matrícula GC (Gran Canaria) dos ilustres ibañeses para cargar mis trastos y dirigirnos a otra parada obligatoria de estas jornadas de pesca, Pan & Cafe. Cargamos nuestro termo de café y nos dirigimos a nuestra última parada, la Guarida del Oso.
La conversación en el camino es siempre animada con un Pedro Borja que tiene una visión muy clara de la realidad con 55 años a sus espaldas e innumerables jornadas de pesca. Comentaba Pedro la técnica de pesca conocida como la refollà que le había enseñado el excelentísimo Paco Revert y del que guarda muy buenos recuerdos.
A la llegada a la rampa de botadura, lo primero que hay que hacer es quitarse el cinturón por si hay que hacer un actuación estelar saltando del coche en marcha a lo Michael Knight. En esta ocasión el Terrano se defendió sin inmutarse sobre un terreno un tanto embarrado y en ningún momento peligró la vida de los artistas.
Antes de botar la embarcación, una foto para el recuerdo de la pareja de ilustres ibañeses con los que compartí esta jornada de pesca al lucio.
En el camino hacía la primera zona de cortados, Pedro mostraba orgulloso el engendro de señuelo que Emilio le había preparado para esta jornada de pesca.
Mientras tanto, yo montaba los Big Hummers que había comprado en Armeria 42.
Tras los primeras lances en los cortados no tuvimos ni picada, pero tan pronto como entramos en la primera récula Emilio tiene una picada y acto seguido clava el primer lucio de unos 2 kilos. Sin embargo, se le escapa durante la pelea.
Para entonces el ambiente sobre la tarima del barco se había caldeado con el tema peliagudo de La Terrera. Emilio y Pedro con posturas irreconciliables daban su visión de lo ocurrido, así que hubo que zanjar el asunto con un almuerzo.
Proseguimos la pesca, pero ya no tendríamos más picadas durante horas, exactamente hasta la 1 de la tarde. Tras una nueva picada fallida de Emilio que le hacía perder los estribos, clavaba con un pikie nacional un luciete que miraba a Emilio con cara de susto.
Seguimos batiendo con jerkbaits una orilla de grandes piedras al estilo que le gustaba a Pedro, y finalmente tuvimos la recompensa. En uno de las decenas de lances el Mann’s +20 hacía honor a su fama y clavaba lo que puede considerarse el lucio de la jornada. Un buen lucio que pesaba unos 4 kilos.
De nuevo, la pareja de ibañeses posaban para la posteridad orgullosos de sus captura. Seguimos subiendo por esa orilla cuando ya empezaba a chispear, la predicción se estaba cumpliendo eran las 15h. Así que tras probar un poco más y viendo que las nubes se cernían sobre nuestras cabezas con una lluvia que empezaba ya a arreciar, hicimos lo más sensato y volvimos hacia la rampa.
No habían pasado unos minutos cuando la lluvia fina se convertía en chaparrón y nos enfundábamos en nuestro chubasqueros para que fuera lo más leve posible.
La llegada a la rampa fue todo coordinación, mientras yo subía el barco al remolque, Pedro tiraba de carraca y Emilio a los mandos del Terrano sacaba el barco del agua. Recogimos trastos rápidamente y buscamos un refugio para comer mientras comentábamos las mejores jugadas de la jornada.
En definitiva, una jornada de pesca al lucio entre pescadores oriundos de Casas-Ibañez que estuvo bien por la afable compañía, pero escasa en capturas con una agua gélida a 8 grados.