En un lugar de Valencia de cuyo nombre no quiero acordarme, un par de pescadores solían hacer su particular «pretemporada en Holanda» tanto en invierno como en verano. Es un enclave pequeño qué, como le dije a Jaime da para un par de visitas al año.
Aprovechando que Jaime había reparado un pinchazo en la zodiac, volvimos a uno de nuestros escenarios fetiche ya no por la cantidad o calidad de los peces si no por la tranquilidad que se respira y por el recuerdo de las horas de aprendizaje que hemos (y seguimos) pasando allí. Después de un pequeño retraso debido a unas obras en la carretera de acceso al pueblo, llegamos al embarcadero y tras toda la parafernalia de hinchado, tablas, etc nos metimos en el agua sobre las 7:30. Los presagios no eran buenos tras más de un año sin haber estado allí y el comentario de un llauro del terreno que nos dijo: «Pero encara queden peixos? La gentola eixa que ve no ha deixat res…».
Empezamos pescando en superficie buscando algún pez activo yo con paseante y Jaime con el superfluke. Al rato Jaime clavó, como siempre con fuerza sobre humana, un pequeño luciete que rápidamente volvió al agua. Chino chano seguíamos con la misma técnica y al poco otra picada a Jaime y otra clavada fulminante. Esta vez era un bass que después del retrato salió disparado a su apostadero.
Visto el éxito, quité el paseante y pase a modo fluke. El objetivo era darle una pasada pescando rápido y luego, en una segunda, ya ir buscando los puestets con técnicas más lentas. Llegamos a un recodo y en las cristalinas aguas vi un bassa media distancia de nosotros. Le lancé el señuelo para hacerlo evolucionar por delante del pez. No se pudo resistir al movimiento sexy del vinilo y lo engulló con avidez. Qué secuencia! ver el pez, lanzarle el señuelo y hacerlo picar, el objetivo de todo pescador.
Ya no hacíamos porra… Con el agua cristalina y sin apenas viento podíamos ver todo a cierta distancia y no se veían peces de ningún tipo, era raro porque las condiciones, a priori parecían buenas. en otro lance afortunado Jaime volvió a hacerse con otro bonito pez que se dio un baño de aire y sol antes de ser devuelto al agua.
Siguiendo una pared paralela, junto a una especie de hueco donde se ganaba profundidad iba evolucionando el pequeño superfluke hasta que de la nada salió una sombra negra que de un certero bocado lo engulló. Este parecía más grande. La ventaja de pescar sin presión es que puedes disfrutar más los peces y dejarlos que salten dándoles cierta ventaja para soltarse. Este venía bien clavado y acabó en mis manos. Medía casi 50 cm pero estaba raquítico, la báscula paro en 1’450 kg. Esto apunta a la falta de suficientes peces pasto.
Con la faena medio hecha paramos a almorzar pero como nos puede el ansia, había que tener los señuelos en el agua. Después de que un percasol se llevara la cola de la cut tail este bassito se comió lo que quedaba.
La segunda pasada fue menos productiva, íbamos pescando con señuelos de mayor profundidad. Yo empecé con un lipless recién llegado de los USA y no defraudó, primera llançà un peix. Eso sí, el pez era un microlucio poco más grande que el señuelo pero más temerario que el codobés. Seguimos pescando y aun conseguimos algún luciete más.
Finalmente, el conteo se detuvo en 6 basses de la medida, seguramente no haya muchos más en todo el escenario. Las sensaciones fueron buenas, pero además de la escasa población parece que hay grandes saltos de grupos de edades en los peces. Esperemos que poco a poco recupere lo que era y que Jaime me cuenta de cuando iba allí «de chaval», la mitad de las cosas, no me las creo.
