Los Reyes Magos de Benagéber

Aún no habían pasado ni 12 horas desde que regresé de la salida que había realizado a Benagéber en compañía de Jorge «The Doctor», Javi «el Secre» y Cisco «el KVD de Massamagrell», cuando suena el teléfono y al otro lado de la línea escucho la voz de Juanito “El de la grúa” que me dice:

Miguel, acabo de recibir el motor de 80 libras nuevo y ya tengo instaladas en la barca las baterías, también nuevas. Como el domingo no trabajo, ¿nos vamos a Benageber a estrenarlas?

Yo recapacito un instante y le contesto:

Juan, ¿te has dado cuenta que el domingo es el día de Reyes?

Al final y tras una corta conversación quedamos en volver a hablar el sábado para decidir lo que hacíamos. Hay que ver cómo suceden a veces los acontecimientos, casi dos meses sin poder salir a pescar y ahora en cosa de tres días tenía ocasión de hacerlo dos veces.

Como no podía ser de otra manera y dado que ninguno de los dos tenemos niños pequeños, no pude dejar pasar la ocasión de compartir una jornada de pesca con el bueno de Juanito.

Como ya teníamos el precedente de la jornada anterior y dado el frío que hizo ese día decidimos no madrugar demasiado y quedamos a las 7:30 en el bar de la salida de Casinos. Cuando llegué allí ya me estaba esperando Juanito y rápidamente metimos todos mis bártulos en su coche, en el que nos iríamos hacía Benagéber, dejando el mío aparcado en la gasolinera.

Llegamos al embalse sobre las 9:15 y allí no había prácticamente nadie, con la excepción de lo que parecía alguien con un pato que se veía adentrarse por la curva de la isla. En unos minutos estuvimos preparados para salir hacia la zona elegida para pescar ese día. La táctica a emplear estaba muy clara, dada la experiencia que habíamos tenido en la última salida. Decidimos adentrarnos por los cañones en dirección a Fuente Cabera, pescando la orilla izquierda que es la que primero recibe el sol por la mañana y que unos días antes nos había dado buen resultado a Javi “el Secre” y a mí. Llegaríamos hasta donde creyéramos oportuno y volveríamos por la orilla opuesta hasta regresar al punto de salida, con la intención de estar pescando hasta las cuatro de la tarde como máximo. Los señuelos a utilizar, pues también los mismos del otro día: jerkbaits suspendidos empleando la famosa técnica jerk-stop.

Dicho y hecho, salimos con dirección al pantalán del barco solar y cuando llegamos al mismo y debido a las secuelas que le dejó en la pierna el accidente que tuvo hace años, Juanito me cedió el privilegio de gobernar el motor de proa, empezando a pescar desde el pantalán hacia la entrada del cañón sin obtener ninguna picada. Cuando estábamos llegando a la curva de entrada del cañón escucho a Juan que me dice:

Creo que me he dejado abierta la puerta del coche.

Pues nada, había que regresar rápidamente al coche a comprobarlo ya que, aunque no había nadie por el pantano siempre es mejor asegurarse para que no pueda pasar nada raro.

Regresamos rápidamente al coche y cuando llegamos y Juan bajo de la barca comprobó…… que la puerta estaba bien cerrada. ¡¡¡Empezábamos bien el día!!!.

Desde luego con estos inicios nada hacía presagiar lo que al final del día daría de si esta jornada de pesca.

Regresamos otra vez hacia el cañón. Serían ya las 11:00 cuando llegamos a la entrada y comenzamos a pescar desde la misma, siguiendo por los cortados de la izquierda hacia el interior. Estuvimos así aproximadamente una hora y justo a las 12:00 hago un lance largo y después de los correspondientes jerk-stop, cuando ya tengo el señuelo debajo de la barca, doy dos pequeños tirones al señuelo en vertical y como diría Jorge «the Doctor»… patapam. Noto un fuerte tirón hacia abajo. Era el primero del día y parecía muy bueno, después de una buena pelea conseguimos subir a la barca el primer lucio del día, que dio un peso de 5kg en la báscula.

Después de las consiguientes fotos y pesaje, pasamos a devolverlo a su elemento para que nos pueda volver a entrar en otras ocasiones.

Como ya se habían hecho las 12:15 y nuestros estómagos ya nos lo reclamaban, pasamos a modo almuerzo y decidimos tomarnos un pequeño descanso. Ya que a diferencia de otros, nosotros si que procuramos almorzar todos los días, incluso los de pesca.

Una vez repuestas las energías, seguimos pescando por la misma orilla y llegando a la zona de piedras en donde tres días antes Javi y yo habíamos tenido sendas picadas al mismo tiempo, se lo estoy comentando a Juan cuando de pronto noto un fuerte tirón en la línea: «esto es otro lucio, y más grande que el de antes». Cuando al fin conseguimos subirlo y lo pesamos, resultó dar un peso de 7 kg.

Ya teníamos dos buenos piezas, aunque nos seguía faltando el principal protagonista de nuestras jornadas de pesca, el Black Bass, que aún se haría esperar un rato más.

Eran ya las 13:45 cuando llegamos a una punta aparentemente buena, lanzo al otro lado de la misma y en el momento que profundiza el señuelo y llega a su altura vuelvo a notar un tirón al otro extremo de la línea. Ahora si que teníamos el primer bass de la jornada, y era muy bueno. Dió un peso de 1.950 kg.

Como la orilla izquierda nos estaba dando buenos resultados, en vez de dar la vuelta y pescar la orilla contraria como habíamos planeado, decidimos seguir por la misma más hacia arriba. Aunque yo le comenté a Juan que tomara él el mando del eléctrico de proa, pues los peces nos habían entrado después de lances largos y al ir detrás tenía menos oportunidades.

Había pasado ya una hora cuando le estoy comentando a Juan que llevábamos tres peces con un intervalo de una hora entre uno y otro, por lo que ya tocaba la próxima picada. Estábamos con estos comentarios cuando hago un lance largo en paralelo con un cortado y hasta el final del mismo, recojo línea para conseguir que el jerkbait baje hasta su profundidad de trabajo y cuando le doy el primer jerk, noto que se dobla la caña como si se hubiera quedado enganchado en una piedra y ante mi sorpresa empieza a sacarme línea del carrete. En principio parecía que había entrado otro lucio, pero cuando consigo acercarlo a la barca nos damos cuenta que se trataba de una carpa que se había engullido la mitad del señuelo. Hay que ver la voracidad de las carpas de Benagéber, pues consiguió lo que no había podido hacer ni el lucio de 7 kg, y es llegar a romper uno de los anzuelos de la ancoreta trasera.

Una vez subida a la barca nos dio un peso de 5 kg. En la siguiente foto se puede ver el señuelo prendido de su boca.

Seguimos subiendo por la orilla izquierda que tan buenos resultado nos estaba dando y cuando se hicieron las 15:45 y ya nos estábamos planteando el regreso hacia la entrada del cañón vuelvo a notar otra picada, doy el correspondiente tirón y me encuentro al otro extremo de la línea con otro bonito bass, esta vez algo más pequeño pero que estaba muy fuerte y tiraba tanto como el primero. Este último pesó 1.350 kg y parecía que incluso nos quería morder cuando lo estábamos desanzuelando, hay que ver como peleó.

Ya era hora de regresar, así que con la sombra de la porra sobre la cabeza de Juanito, decidimos volver rápidamente a la entrada de los cañones para pescar los últimos 200 metros antes de la salida de los mismos. Una vez allí cambiamos de estrategia y nos pusimos los dos a pescar a drop un poco más lentos. Cuando ya eran las 16:15 y estábamos pensando ya en irnos escucho una exclamación de Juan: “tengo uno, tengo uno”.

Por fin y como suele decirse en el último suspiro conseguimos sacar el bass que evitaría la porra de Juanito y así completamos una jornada de pesca memorable para mí, pues con 5 peces conseguí más de 20kg. Pudiendo decir que se me presentaron los tres Reyes Magos de Benagéber, en forma de Bass, Lucio y Carpa.

P.D. Esta crónica se la quiero dedicar a mi buen amigo Juanito, ya que gracias a él tuve un día realmente inolvidable, no solo por la pesca sino también por la grata compañía que supuso compartir esta jornada de pesca con él. Un fuerte abrazo Juan.

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