Jueves Santo en Cortes

En esta ocasión tocaba compartir una jornada de pesca con un personaje mítico del embalse de Cortes: Emilio, «The Guardian». Una persona de lenguaje directo que no se anda con rodeos: «A las 7:30 en la rampa de Cofrentes». Así que allí estaba yo con un pan bajo el brazo, quiero decir un pedido bajo el brazo, que Emilio estaba esperando como agua de mayo.

Tras los saludos oportunos, Emilio abrió su pedido mientras sus ojos brillaban como un chiquillo el día de Reyes. Mientras tanto yo colocaba mis artes de pesca en la embarcación de Emilio para realizar la botadura de la misma.

Pocos minutos después, Lucky subía al barco y bajabamos el río buscando algún sitio donde realizar los primeros lances. Paramos a medio camino en una hilera de árboles y nos pusimos a pescar rápido con crankbait y spinner, señuelos que emitieran vibración pues el agua estaba bastante tomada. De esta forma fueron saliendo los primeros peces.

También salió alguno con el clásico Fat Baby Craw by Yamamoto a manos expertas.

De ahí bajamos hasta la arboleda de entrada al Prebetón y algunos más salió pescando con jerkbait blando.


El día se estaba dando bien y los peces salían aquí y allá. Así que probamos dentro de la rećula de la casa cuando el viento era nulo y las nubes empezaban a avistarse sobre el horizonte. Allí probamos y probamos, pero ni una picada. Así que volvimos a la hilera de árboles a pescar despacio y en vertical cerca del fondo. De nuevo empezamos a sacar peces.

Y así fue hasta que se nos pasó la hora de comer y la falta de azúcar en sangre hizo que Emilio entrara en una vorágine de peluca tras peluca en su carrete de casting. Emilio maldecía la hora en la que decidió pasarse al casting, así que tuve que hacerle un reset y paramos para comer.

Después de comer Emilio hizo de trilero de líneas y en unos minutos había pasado el hilo de una caña a otra en dos ocasiones y había bobinado un nuevo carrete. Tras esta pérdida de tiempo volvimos a la acción de pesca aguas arriba en el río. Sacaríamos uno cada uno más, pero los nubarrones negros nos hicieron temer lo peor y cuando notamos las primeras gotas volvimos a puerto.

Ya en puerto, mientras recogíamos los trastos, observé que Emilio se «calentaba». En base al principio de «acción-reacción», busqué una razón para tal comportamiento. La meteorología adversa con negros nubarrones sobre nuestras cabezas no daba motivo para ello. Seguidamente, busqué algún individuo que le creara animadversión, pero no, no ví ningún coche blanco en el horizonte. Cuando estaba a punto de llamar a una ambulancia, escuché a mis espaldas una dulce voz femenina que se interesaba por nuestras artes de pesca. Emilio, haciendo valer su cargo de «The Guardian», se deshacía en explicaciones…

Resumiendo, una buena jornada de pesca para todos los que estuvimos en el embalse con pocas embarcaciones y los peces que ya empiezan a dar la cara tras el parón hivernal.

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